lunes, febrero 20, 2006

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El Islam, ese desconocido

En muchos siglos no había estado el Islam tan de moda para quienes vivimos en lo que han dado en llamar “Occidente”.

Es casi obligatorio, entonces, que al menos despejemos algunos mitos sobre el tema, que muchos medios de comunicación (globales y locales) repiten impunemente a diario, aumentando geométricamente la desinformación y consiguiente confusión, que ya no es sólo intelectual sino vital para millones de personas.

No todos los musulmanes son islamistas.

La jihad no es esencialmente una “guerra santa” sino un estado individual de fe que se puede interpretar como resistencia a la herejía .

Mahoma no proclamó la hostilidad contra los judios ni los cristianos a quienes, al contrario, los consideraba en cierta forma afines a su doctrina y con quienes compartía las enseñanzas “del libro".

Las caricaturas del Profeta no son sino una más de las agresiones de los cristianos a los islámicos. Ya casi no se recuerda que cuando lograron expulsarlos de las puertas de Viena, se hizo popular (hasta ahora) el “crossaint”, que es una media luna (símbolo religioso islámico) para comerlo remojado en chocolate, que simbolizaba entonces sangre infiel.
Siempre han existido minorías sumamente violentas en las tres religiones que comparten el libro: “asesinos” musulmanes (la palabra deriva del árabe y significa consumidores de haschis) sicarios judios (deriva de asesinos con puñal), y cruzados que no tenían ningún escrúpulo en matar con unción religiosa prójimos infieles. Nadie puede, entonces, tirar ninguna primera piedra.

Muchos libros están actualmente circulando, con mayor o menos éxito, para difundir mayor conocimiento sobre el Islam. Lamentablemente, no se divulgan con la profusión que lo hacen los mensajes televisados, que no requieren el elemental esfuerzo de leer.
De tales libros, me atrevo a mencionar "Fitna. Guerra en el Corazón del Islam", de Gilles Kepel; "Una y mil voces" de Jordi Esteva; "Guerras Profanas" de John Cooley (en inglés, pero mejor que otro con el mismo título de John L. Espósito) y de Karen Armstrong "Islam".

Hay muchos más, por supuesto, pero no tengo ahora la temeridad de recomendarlos. Veremos luego.

viernes, febrero 10, 2006

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Buchanan con hielo

Si alguien dijera que soy conservador, lo tomaría como broma o me resistiría de cualquier otra manera. Pero vamos al tema:

En tiempos de la familia extensa, de sustento agrícola generalmente, la homosexualidad era "el amor que no puede decir su nombre". Era, por lo menos, pecado cuando no inconmutable delito.

Pero la sociedad se transformó y junto a los Derechos Civiles de los negros, defendidos casi con heroísmo, se incubaron los derechos "de género" y los de los "diferentes".El homosexualismo pasó así a ser defendido, con timidez primero y con energía después.

Luego, arrastrado por la "modernidad" (que todavía es de definición ambigua) la homosexualidad no sólo consiguió tolerancia sino que se puso de moda, inclusive en ámbitos impensables, como la milicia, por ejemplo.

Felizmente, estoy en la parte final de mi ciclo vital (sin eufemismos, estoy viejo) y creo que moriré de muerte natural antes de ver el antiguo "amor que no puede decir su nombre" en algo obligatorio.

¿Será que me estoy volviendo conservador?

Tremenda incertidumbre que me sembró Patrick Buchanan al leer su descarnada obra "La Muerte de Occidente". En la misma linea aunque más ameno, por cierto que "El Choque de Civilizaciones" de Samuel Huntington.

(Aclaración: no me estoy volviendo conservador, al contrario, a pesar de la amenidad de Buchanan y de la solemnidad de Huntington discrepo con ellos. Leerlos no implica creerles, como tampoco trago entero a Gramsci, Adorno o Reich, aunque a ellos les crea más)