viernes, marzo 24, 2006

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¡No me ayuden, Please...!

Un reciente documento de la Casa Blanca (marzo 21-2006) incorpora a Colombia, oficialmente, en la terrorífica lista de países que amenazan la seguridad de los Estados Unidos.

Cuando el imperio (incoherente, pero imperio, según Michael Mann "Incoherent Empire") decide unilateralmente, sin que sepamos por qué, que alguien lo amenaza, se avecina otra guerra preventiva.

Sin mucha imaginación se puede predecir, entonces, que el paso siguiente será el anuncio de “ayuda” al país amenazador, dizque para eliminar las raíces de esa amenaza. En algunos casos es el gobierno el que personifica tal amenaza, antesada de ayudas y de invasiones, como fue con Sadam Hussein en Irak; en el caso de Colombia no, porque se señala explícitamente, en el mismo documento, que el gobierno colombiano es amigo y democrático, además.

Las brujas, en este caso, son otras: las guerrillas marxistas (así las llama el mentado documento) y los narcotraficantes. No dijeron nada de armas de destrucción masiva, pero ya sabemos que ese sólo es un pretexto, porque a la hora de la verdad no importa si son reales o imaginarias.

El próximo paso, también previsible, es la saturación mediática. CNN, Fox, ABC, periódicos y revistas molerán el tema, exacerbando la ya grave paranoia gringa.

Y luego las bombas. Inteligentes o de las otras, para el caso no importa, porque todas matan principalmente civiles que no tienen nada que ver con el asunto.
Por supuesto que todo se disfrazará de ayuda. Hay larga tradición sobre eso y ninguna imaginación para inventar nuevas coartadas.

Pasó con México y le costó la mitad de su territorio, con Colombia también y le costó Panamá, con Corea, con Vietnam, con Yugoeslavia y está pasando ahora mismo con Afganistán y con Irak. No es sin motivo que a ese pseudo imperio incoherente de Mann, otros, como Benjamín Barber, también lo llamen "Imperio del Miedo".

Miedo es, entonces, lo que sinceramente estamos sintiendo en estas latitudes. Es decir, cerca del golfo. No del Golfo Pérsico, sino del de Parihuaipoa, o de Maracaibo, donde también abunda el petróleo.

¡Qué casualidad!