viernes, febrero 10, 2006

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Buchanan con hielo

Si alguien dijera que soy conservador, lo tomaría como broma o me resistiría de cualquier otra manera. Pero vamos al tema:

En tiempos de la familia extensa, de sustento agrícola generalmente, la homosexualidad era "el amor que no puede decir su nombre". Era, por lo menos, pecado cuando no inconmutable delito.

Pero la sociedad se transformó y junto a los Derechos Civiles de los negros, defendidos casi con heroísmo, se incubaron los derechos "de género" y los de los "diferentes".El homosexualismo pasó así a ser defendido, con timidez primero y con energía después.

Luego, arrastrado por la "modernidad" (que todavía es de definición ambigua) la homosexualidad no sólo consiguió tolerancia sino que se puso de moda, inclusive en ámbitos impensables, como la milicia, por ejemplo.

Felizmente, estoy en la parte final de mi ciclo vital (sin eufemismos, estoy viejo) y creo que moriré de muerte natural antes de ver el antiguo "amor que no puede decir su nombre" en algo obligatorio.

¿Será que me estoy volviendo conservador?

Tremenda incertidumbre que me sembró Patrick Buchanan al leer su descarnada obra "La Muerte de Occidente". En la misma linea aunque más ameno, por cierto que "El Choque de Civilizaciones" de Samuel Huntington.

(Aclaración: no me estoy volviendo conservador, al contrario, a pesar de la amenidad de Buchanan y de la solemnidad de Huntington discrepo con ellos. Leerlos no implica creerles, como tampoco trago entero a Gramsci, Adorno o Reich, aunque a ellos les crea más)