lunes, septiembre 01, 2008

Unimagdalena: entre el dolor y la vergüenza

Dolor, rabia, miedo y vergüenza. Eso es lo que se siente al leer en la revista Cambio que: la “Universidad del Magdalena vive una encrucijada por disputas entre paramilitares y guerrilleros”.

Que un medio de comunicación como Cambio, de regular circulación y aceptable credibilidad, reduzca con tanto simplismo maniqueista un tema de tal trascendencia, produce todo lo que se dice más arriba.

Dolor

Porque la transformación de la Universidad del Magdalena, de 1997 a la fecha, es una verdadera proeza de claridad conceptual, trabajo en equipo de todos los estamentos universitarios, esperanza bien fundamentada y tenacidad frente a un enemigo inclemente y desalmado: el autoritarismo subnacional. (Léase casta política regional).

Duele que semejante esfuerzo se ignore de un plumazo, para desinformar y desorientar, pero eso se verá luego, como tema de vergüenza.

Lo que la Universidad del Magdalena comenzó a construir hace once años, bajo la rectoría de Carlos Caicedo pero con participación de todos sus estamentos, se puede resumir, también en pocas líneas, si de mezquindad de espacio se trata, estas frases: “La Universidad debe reproducir y producir su saber sólo para que los hombres sean mejores seres humanos (lo que equivale a decir que sean ciudadanos completos) y el mundo sea un lugar más justo y más habitable. De lo contrario, sería el suyo un saber inútil.”

Y se acometió ese objetivo –que aún no está alcanzado- cuando la institución estaba agónica, desprestigiada y al borde del colapso por la acción combinada de la casta política, el sindicalismo estomacal prebendalista y la abúlica indiferencia ciudadana.

Todo eso para que ahora se le ocurra a un plumífero reducir más de una década de esfuerzos colectivos a una pugna entre perversos actores armados que tienen asolado este país. Duele.

Rabia

Da rabia, por supuesto, que las reacciones al exabrupto periodístico hayan sido tan pocas y tan tímidas.

Porque la universidad, como motor del conocimiento socialmente útil y como reducto del humanismo frente a la barbarie que está haciendo metástasis en Colombia, merece respeto y mejor trato.

Es el equivalente de la sal ¿Y si en Colombia también la sal se nos corrompe? ¿Qué nos espera?

Es una rabia que tiene, por cierto, el gusto amargo de la impotencia. Porque ni siquiera rectificaciones periodísticas sirven. El mal está hecho.

Miedo

Ahí aparece el miedo, que no es irracional, sino todo lo contrario.

El país está polarizado y son miles los muertos por cuenta de esa confrontación fratricida. Hasta la Corte Peal Internacional ya los está contabilizando.

Señalar a alguien como guerrillero, no importa de quien provenga la calumnia, es sentenciarlo a una muerte violenta casi segura. Ahí están las fosas comunes para probarlo. Y están, también, los millones de desplazados que sobreviven hacinados en los cinturones de miseria que ahogan a casi todas las ciudades colombianas.

Eso sin contar a los miles de colombianos que pudieron huir y que sobreviven el duro oficio del exilio involuntario en otros países.

Y nos da miedo porque no es solo la última gota la que rebosa el vaso y en Colombia la polarización está que casi no soporta ni una gota más. Es decir, da la impresión de que hecatombe está ya tocando a la puerta.

Vergüenza

Lo de la vergüenza ya es muy personal. Es un sentimiento nacido de más de 40 años de ejercer el oficio más hermoso del mundo: el periodismo.

Claro que avergüenza que un medio de comunicación social dedique su tiempo, su espacio y sus energías a algo que por lo menos en las secciones de farándula tienen el recato de anunciar como chisme…chisme…chisme.

Por supuesto que no todos los periodistas somos así. La mayoría investigamos, cruzamos fuentes, verificamos y revisamos más de una vez lo que producimos.

Y si llegamos a ejercer funciones de dirección en un medio, nos cuidamos mucho para que no nos infiltren embuchados, porque no siempre son producto de la novatada o del candor primíparo, sino, a veces, son resultado de la perversa maquinación. Por eso los jefes de redacción vemos conspiraciones inclusive donde no las hay. Por precaución.

Por eso, en este caso, sentimos vergüenza ajena por la revista Cambio.

domingo, marzo 18, 2007

Volver, volver

Volver es una palabra con mucha carga sentimental. La encontramos en muchas piezas de música popular, en poesías, en refranes.

Todo eso porque resolví volver. Volver a escribir. Pude decir que escribiré nuevamente, con regularidad, en este espacio para el desahogo, que es mi blog, pero tenía que recurrir a la palabra volver, por su enorme carga sentimental.

Es que pasó un año sin escribir aquí. En realidad no se por qué. Quizás panicus cálami, que me imagino así se dice en latín al miedo a escribir.

Habrá que tratar de aprender latín, entre otras cosas, porque parece que los sacerdotes católicos tendrán que utilizar únicamente esa lengua para decir misa. Lo dispuso el Papa.

Son pretextos, porque a misa solamente voy cuando se casa alguno de mis hijos, es decir dos veces en la última década.

Vamos entonces a volver, de a poquito, como aconsejan los médicos cuando ha estado uno enfermo.

Y tener miedo de escribir, después de haberse uno ganado la vida escribiendo durante casi medio siglo, es patológico.

Pero tomémoslo por el lado amable. Digamos que fue una especie de año sabático irregular. Leyendo pero sin escribir.

Eso terminó. Es hora de volver

viernes, marzo 24, 2006

¡No me ayuden, Please...!

Un reciente documento de la Casa Blanca (marzo 21-2006) incorpora a Colombia, oficialmente, en la terrorífica lista de países que amenazan la seguridad de los Estados Unidos.

Cuando el imperio (incoherente, pero imperio, según Michael Mann "Incoherent Empire") decide unilateralmente, sin que sepamos por qué, que alguien lo amenaza, se avecina otra guerra preventiva.

Sin mucha imaginación se puede predecir, entonces, que el paso siguiente será el anuncio de “ayuda” al país amenazador, dizque para eliminar las raíces de esa amenaza. En algunos casos es el gobierno el que personifica tal amenaza, antesada de ayudas y de invasiones, como fue con Sadam Hussein en Irak; en el caso de Colombia no, porque se señala explícitamente, en el mismo documento, que el gobierno colombiano es amigo y democrático, además.

Las brujas, en este caso, son otras: las guerrillas marxistas (así las llama el mentado documento) y los narcotraficantes. No dijeron nada de armas de destrucción masiva, pero ya sabemos que ese sólo es un pretexto, porque a la hora de la verdad no importa si son reales o imaginarias.

El próximo paso, también previsible, es la saturación mediática. CNN, Fox, ABC, periódicos y revistas molerán el tema, exacerbando la ya grave paranoia gringa.

Y luego las bombas. Inteligentes o de las otras, para el caso no importa, porque todas matan principalmente civiles que no tienen nada que ver con el asunto.
Por supuesto que todo se disfrazará de ayuda. Hay larga tradición sobre eso y ninguna imaginación para inventar nuevas coartadas.

Pasó con México y le costó la mitad de su territorio, con Colombia también y le costó Panamá, con Corea, con Vietnam, con Yugoeslavia y está pasando ahora mismo con Afganistán y con Irak. No es sin motivo que a ese pseudo imperio incoherente de Mann, otros, como Benjamín Barber, también lo llamen "Imperio del Miedo".

Miedo es, entonces, lo que sinceramente estamos sintiendo en estas latitudes. Es decir, cerca del golfo. No del Golfo Pérsico, sino del de Parihuaipoa, o de Maracaibo, donde también abunda el petróleo.

¡Qué casualidad!

lunes, febrero 20, 2006

El Islam, ese desconocido

En muchos siglos no había estado el Islam tan de moda para quienes vivimos en lo que han dado en llamar “Occidente”.

Es casi obligatorio, entonces, que al menos despejemos algunos mitos sobre el tema, que muchos medios de comunicación (globales y locales) repiten impunemente a diario, aumentando geométricamente la desinformación y consiguiente confusión, que ya no es sólo intelectual sino vital para millones de personas.

No todos los musulmanes son islamistas.

La jihad no es esencialmente una “guerra santa” sino un estado individual de fe que se puede interpretar como resistencia a la herejía .

Mahoma no proclamó la hostilidad contra los judios ni los cristianos a quienes, al contrario, los consideraba en cierta forma afines a su doctrina y con quienes compartía las enseñanzas “del libro".

Las caricaturas del Profeta no son sino una más de las agresiones de los cristianos a los islámicos. Ya casi no se recuerda que cuando lograron expulsarlos de las puertas de Viena, se hizo popular (hasta ahora) el “crossaint”, que es una media luna (símbolo religioso islámico) para comerlo remojado en chocolate, que simbolizaba entonces sangre infiel.
Siempre han existido minorías sumamente violentas en las tres religiones que comparten el libro: “asesinos” musulmanes (la palabra deriva del árabe y significa consumidores de haschis) sicarios judios (deriva de asesinos con puñal), y cruzados que no tenían ningún escrúpulo en matar con unción religiosa prójimos infieles. Nadie puede, entonces, tirar ninguna primera piedra.

Muchos libros están actualmente circulando, con mayor o menos éxito, para difundir mayor conocimiento sobre el Islam. Lamentablemente, no se divulgan con la profusión que lo hacen los mensajes televisados, que no requieren el elemental esfuerzo de leer.
De tales libros, me atrevo a mencionar "Fitna. Guerra en el Corazón del Islam", de Gilles Kepel; "Una y mil voces" de Jordi Esteva; "Guerras Profanas" de John Cooley (en inglés, pero mejor que otro con el mismo título de John L. Espósito) y de Karen Armstrong "Islam".

Hay muchos más, por supuesto, pero no tengo ahora la temeridad de recomendarlos. Veremos luego.

viernes, febrero 10, 2006

Buchanan con hielo

Si alguien dijera que soy conservador, lo tomaría como broma o me resistiría de cualquier otra manera. Pero vamos al tema:

En tiempos de la familia extensa, de sustento agrícola generalmente, la homosexualidad era "el amor que no puede decir su nombre". Era, por lo menos, pecado cuando no inconmutable delito.

Pero la sociedad se transformó y junto a los Derechos Civiles de los negros, defendidos casi con heroísmo, se incubaron los derechos "de género" y los de los "diferentes".El homosexualismo pasó así a ser defendido, con timidez primero y con energía después.

Luego, arrastrado por la "modernidad" (que todavía es de definición ambigua) la homosexualidad no sólo consiguió tolerancia sino que se puso de moda, inclusive en ámbitos impensables, como la milicia, por ejemplo.

Felizmente, estoy en la parte final de mi ciclo vital (sin eufemismos, estoy viejo) y creo que moriré de muerte natural antes de ver el antiguo "amor que no puede decir su nombre" en algo obligatorio.

¿Será que me estoy volviendo conservador?

Tremenda incertidumbre que me sembró Patrick Buchanan al leer su descarnada obra "La Muerte de Occidente". En la misma linea aunque más ameno, por cierto que "El Choque de Civilizaciones" de Samuel Huntington.

(Aclaración: no me estoy volviendo conservador, al contrario, a pesar de la amenidad de Buchanan y de la solemnidad de Huntington discrepo con ellos. Leerlos no implica creerles, como tampoco trago entero a Gramsci, Adorno o Reich, aunque a ellos les crea más)

jueves, enero 19, 2006

Parece chiste

Dicen que Naciones Unidas hizo un estudio mundial que incluía la pregunta: "¿Cuál es su opinión sobre la escasez de comida en el resto del mundo?"

Supuestamente, el estudio no pudo completarse con éxito porque en el Africa nadie sabía lo que significaba "comida", en Europa occidental nadie sabía lo que significaba "escasez", en los países con dictaduras (muchos y en todas partes, lamentablemente) nadie entendía lo que quería decir "opinión" y en los Estados Unidos nadie sabía lo que significaba "resto del mundo".

Es una historia ficticia, por supuesto, que la atribuyen a los palestinos y que la tomé de "El Imperio Incoherente" de Michael Mann.

Sería una broma muy graciosa, si no fuera porque casi todo corresponde a la realidad. La dura y poco graciosa realidad.

martes, enero 17, 2006

¿Cuál democracia?

Por rutinario, ya casi no nos detenemos a pensar en lo que existe detrás de las elecciones de nuevos gobiernos, pero un mínimo análisis nos mostraría cuántos absurdos se manejan a nombre de esos eventos.

La prensa nos abruma con alusiones a la "democracia", que hay que defender, que hay que profundizar, que hay que ampliar y subliminalmente da por sentado que "democracia" es lo que existe en Estados Unidos, cuando ese país es, posiblemente, el menos democrático del hemisferio. Lo explico.

Por etimologia, democracia significa "gobierno del pueblo". El pueblo, en Estados Unidos no gobierna. Ni siquiera elige gobernantes. Estos ya fueron escogidos por la elite económica y política, que financió sus millonarias campañas y montó todo el espectáculo que los medios se encargarán de mostar como "proceso electoral".

Según estadísticas, de las que tanto manipulan los pseudodemócratas, menos del 50% de los potenciales votantes participó en la última "elección" allá. Luego, a George Walker Bush lo "eligieron" menos de la cuarta parte de los habilitados para hacerlo. Además, millones de quienes viven allá, trabajan, aportan impuestos directos e indirectos allá y hasta mueren en las guerras ajenas, no son "ciudadanos" y no estan habilitados para votar

Lo de Bush no fue excepcional. Es más bien la norma: A Clinton, en 1996 lo "reeligió" el 24% del electorado y a Reagan -¡tan popular el!- lo apoyó con su voto sólo el 27% del electorado.

La "elección" de Bush en el 2.000 fue aún peor: En realidad, el Tribunal Supremo (donde estaban varios de sus socios y amigos) lo "nombró", después de una escandalosa anulación racista de votos en Florida, y una negativa obsecada a recontar los votos en duda, que no eran pocos, sino más de 60.000, cuando la "mayoría" se estaba peleando por 537 votos. Claro, era gobernador de Florida el hermano de George Walker: Jed Bush.

Entonces, por una precaria mayoria de 5 jueces contra 4, George Walker Bush fue "nombrado" presidente y lo declaró públicamente como tal la cadena de televisión Fox, plenamente identificada con la extrema derecha. (De esos 5 jueves, por lo menos 3 debieron declararse impedidos, por vínculos escandalosamente evidentes con Bush).

Mark Hertsgaard, periodista norteamericano que no está tan alienado como la mayoría en su país, lo cuenta en "La Sombra del Aguila".

Los porcentajes de participación electoral indicados más arriba, se pueden consultar en la página web del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, de Estocolmo: idea.int/vt/survey/voter_turnout2.cfm

Allí se encontrará que Italia tiene una participacion electoral del 92%, varios otros países europeos una mayor de 80%, Japón del 69, India del 61 y más cerca de nosotros, Bolivia más del 82% en la elección (esa sí sin comillas) de Evo Morales, quien obtuvo más de la mitad de esa votación. Difícil confundir la aritmética simple, pero ya estan tratando de hacerlo.

Porque de Washington es de donde siempre provienen las admoniciones sobre democracia cuando, en realidad, allí es donde deberíamos mandar "observadores electorales" cada vez que se mueve la maquinaria económica y mediática para "nombrar" presidente.

De cada una de esas maquinarias nos ocuparemos en otras notas

lunes, enero 02, 2006

Osama Bin Gates

El título es solamente un recurso ordinario para llamar la atención sobre dos nombres muy mediatizados, Bill Gates y Osama Bin Laden, tanto que es casi imposible que alguien (por lo menos alguien que sabe leer) los desconozca o los confunda.

Y, sin embargo, ¿qué es realmente lo que conocemos de ellos? Lo que los medios nos cuentan. Como propaganda o como noticia espectacularizada. Esto último ya es redundante, porque noticia se ha vuelto sinónimo de espectáculo.

Se nos ha hecho creer, entre tantas otras falsedades, que sin Bill Gates no existiría la desarrollada tecnología que nos asombra. Pero Gates no es sino un emprendedor con éxito. Uno más. Y sus productos no son maravillosos y ni siquiera los mejores en su tipo. Stallman lo explica mejor en "Free software, free society".

De Bin Laden sabemos que organizó los ataques del 11 de septiembre, pero antes de eso ya era muy activo enemigo de los Estados Unidos y es responsable de muchos otros ataques, a embajadas, navíos y ciudadanos nortemericanos.

Lo que sucede es que los ataques del 11 de septiembre fueron un espectáculo notablemente mediatizado.

Entre las falsedades que casi, casi, se han convertido en verdades globales está la de que Bin Laden fue socio de la CIA, en la resistencia contra la URSS en Afganistan.

La CIA nunca tuvo presencia física significativa en Afganistan, aunque canalizó más de 3.000 millones de dólares (de los contribuyentes estadounidenses, por supuesto) para "echarles mierda en el jardín de los rusos", como los mismos directivos de la agencia de inteligencia decían y nos lo cuenta Peter Bergen en "Guerra Santa S.A.".

Bergen es un periodista serio, historiador diplomado en Oxford y una de las fuentes más confiables para descubrir quién en realidad es Osama Bin Laden. Se da el lujo de desmentir a muchos medios e inclusive a muchas autoridades de EE.UU. Vale la pena leerlo.

Con el se complementa aquel otro libro, de John K. Cooley, "Guerras Profanas", "Unholy wars", ya mencionado antes en este sitio. Su información es a menudo totalmente diferente de la oficial, que nos satura tanto que a veces nos convence.

Por cierto, la mayor parte de esos millones de dólares fue canalizada mediante Gulbuddin Heymaytar, lider de Hizb-i-islami, uno de los diez grupos afganos que participaron en esa guerra y que aún hoy no han abandonado totalmente las armas y mantienen su yihad, pero no contra soviéticos -que ya no existen- sino contra norteamericanos.

Bin Laden tenía y tiene sus propios millones, provenientes de una fortuna familiar patrocinada, es cierto, por sucesivos gobiernos europeos y norteamericanos que influyeron y mandan todavía en Arabia (aunque los Bin Laden son de Yemen). Pero esa es otra historia, que también habrá que revisar, para no terminar creyendo cualquier cosa que con insistencia nos aseguren los medios.

Como aquella de que fue Rambo quien ganó la guerra de Vietnam.

Cosa que seguramente millones de personas creen como verdad indiscutible.

domingo, diciembre 11, 2005

Kazajistan, Uzbequistan, Aquiestán

Si el mundo es una aldea global, como lo vaticinaban hace ya décadas, es por lo menos lamentable que muchas personas -algunas con nivel universitario inclusive- tengan tanta confusión con esos nombre de naciones (tardías, pero naciones) alrededor de las cuales gira lo más importante de la geopolítica actual.

John K. Cooley en "Guerras Profanas" (en inglés) explica con lujo de detalles el origen, la transformación y el rol de cada una de esas naciones en la conflictiva globalización, que sigue teniendo como uno de sus principales ejes el petróleo, que es, en últimas, lo que hace tan importante políticamente al Oriente Medio.

Aunque traído de los pelos, me recuerda algo que sucedió en Nueva Orleans (antes del Katrina, por supuesto), cuando realizaba, invitado, un curso en la Universidad de Loyola.

Con toda mi apariencia de latinoamericano llegué a un almacen especializado en calzados, donde un joven, a todas luces anglosajon, me atendió con un chapurreado
- Habla español y tiene lo que necesita
En la vitrina ya anunciaban que se hablaba español, pero mi niño interior se sintió frustrado por haber sido tan fácilmente reconocido y comencé con mi también chapurreado inglés:
- I want some "special" shoes...
Tuvimos un pequeño duelo. El insistiendo en hablar mi idioma y yo el suyo.
Era mucho más joven que yo y aproveché esa desventaja hasta lograr que me preguntara:
- Where from are you?
- Bolivia. Fue mi respuesta inmediata y lacónica.
El muchacho por lo menos sabía que eso está en América del Sur y se dejó vencer por la curiosidad:
- You have oil, right?
Ya era mio. Aunque no era verdad le dije que, evidente, teníamos petróleo y que mi familia tenía algo de "eso" en nuestras tierras.

Mientras su asombro crecía, preguntó qué hacía yo en Nueva Orleans.
Como respuesta mostré mi credencial de la Universidad de Loyola, donde claramente se leía: "journalist".

El, candorosamente, me informó que precisamente estaba trabajando para financiar su estudio universitario, pero no en Loyola (costosísima) sino en Tulane, universidad estatal contigua.

Frase va, frase viene, el seguía con su oficio, mostrándome zapatos cada vez más finos... y caros.

Terminé comprando zapatos italianos de gamuza, que me costaron un ojo de la cara y se manchaban de solo mirarlos fijamente, cuando lo que yo estaba buscando eran zapatos baratos, "de batalla", que me hubieran costado veinte veces menos que los otros y que fue lo primero que me ofrecieron por mi apariencia.
Pero el falso orgullo me venció.

En ese entonces me vanagloriaba de haberle ganado al "gringuito", pero ahora comprendo que fue él quien me ganó.

Aunque realmente no sabía dónde estaba Bolivia.

Como hasta hace poco yo ignoraba dónde estaba Uzbequistan.

lunes, diciembre 05, 2005

El canario en la mina

En las antiguas minas de carbón mantenían una jaula con canarios a la entrada de los socavones, porque esas aves son muy sensibles al gas toxico que, a veces, los humanos no sienten sino cuando ya estan intoxicados. Eran entonces -los canarios- una señal, un síntoma, una advertencia.

Se nos ocurre esto a propósito de que la proporción de ciudadanos que participan en política en los Estados Unidos merma vertiginosamente.

No se trata solamente de abstenerse de votar en las elecciones, sino de un verificable desgano por todo lo comunitario, inclusive el entrenimiento en grupo, tanto que Robert D. Putman utilizó esta frase para describir el fenómeno -y darle título a su libro-: "Solo en la bolera" (en inglés).

Analiza, Putman, el triunfo electoral de Kennedy, con participación del 62,8 %de los habilitados para votar; lo compara con el de Clinton, del 48% y el más reciente de Bush que apenas pasó del 39%.

Y no es porque no hagan el esfuerzo. El gasto electoral en 1964 fue de 35 millones de dólares. En 1996 fue de más de 700 millones y el del año pasado casi llegó a 1.000 millones. (estos últimos datos no son oficiales, sino inferencias).

Ahí se estan muriendo unos canarios ¿verdad?.

Pero hay muchos otros indicadores: El esoterismo se ha multiplicado en centenares de sectas, creencias y prácticas que ya es dificil seguir por su profusión. Carl Sagan, en "El Mundo y sus Demonios", se ocupó de ello con mucha autoridad y leerlo ayuda a entender y descartar muchos mitos.

Pero si Sagan tuvo éxito relativo desbaratando mitos más o menos esotéricos, Alejandro Jodorowsky también lo tiene armándolos.

Jodorowsky, un chileno-ruso muy interesante y ameno tiene un éxito espectacular con su "La Via del Tarot". Si alguien se interesa en saber cómo llegó a eso puede revisar su autobiografía: "La Danza de la Realidad".

Bien sea que uno crea en tales asuntos, o que sea un escéptico total, lo cierto es que no se los puede ignorar, porque cada día tienen mayor proporción entre lo que ocupa y preocupa a los humanos.

Es la Nueva Era, que no es la misma para unos que para otros, pero que para todos es Nueva.

Y para finalizar: Si George Walker Bush es presidente por decisión de menos del 40% de los que podían votar y de esos apenas logró alguito más de la mitad (es decir lo apoyó apenas el 20% de los potenciales votantes, uno de cada cinco) y Evo Morales logró más del 50% en una población votante que, además, tiene muchas dificultades para llegar a las urnas ¿quien es, democráticamente, más legítimo?

Revisemos los canarios. Parece que hace rato que todos han muerto.

domingo, diciembre 04, 2005

Manicero que se respeta

Estaba leyendo a Richard Sennet en su libro "El respeto". Se nota la erudición del autor, pero no deja de ser difícil diferenciar entre el honor, la dignidad, el prestigio, la admiración, el orgullo, la satisfacción y otros sentimientos que a veces utilizamos como equivalentes para construir nuestra idea de respeto.

Sennett además de buen sociólogo (no se si lego o académico) es músico, chelista, y llegó a ser director de orquesta. Esto viene al caso porque maticé la lectura escuchando 25 versiones de El Manicero, canción popular cubana, de la cual lamento no tener en este momento el autor ni la fecha de composiciópn, pero con seguridad que fué hace más de 70 años.

Es música sencilla, elemental casi. Inconfundible su cadencia 1,2,3... 1,2,3,4, identificable no importa si ejecuta la pieza un trio como el Matamoros o una sofisticada orquesta, como la de Xavier Cugat. Este, por cierto, pone a su coro a cantar el estribillo "tanta miseria por un medio de maní..."

Ignoro a qué miseria se refería Cugat. Quizas a la de el mismo, por tener que ganarse la vida tocando para turistas gringos con deficiencias estéticas.

Escuchaba las 25 versiones de El Manicero en una copia que me llegó de regalo y por eso no puedo precisar informaciones sobre la grabación original.

Pero sí que era diferente la naturalidad con que Rita Montaner - a pesar de su voz cascada por la edad - alentaba a la "caserita" a no acostarse a dormir "sin comer un cucurucho de maní", de la letra en inglés que mascullaba Obdulio Morales, desvirtuando el mensaje original concebido para el castellano y casi intraducible.

Las trompetas de los Lecuona Cuban Boys, el piano y el ritmo amambado de Perez Prado, el saxo salsero de Charlie Palmieri o la flauta también con fuerte sabor a salsa de Pete Terrace, en sus respectivas versiones, alteraban parcialmente la identidad cubana de ese manicero, pero ésta se imponía siempre, de cualquier manera.

Respetable la decisión de Louis Amstrong, quien al no poder cantar el manicero en castellano prefirió seguir la tonada con su familiar balbuceo de babaribi..ribi bu en su voz aspera, tan inolvidable como los sonidos de su trompeta.

Y así pasaron Bola de Nieve, Abelardo Barroso, Noro Morales y los demás.

Y de pronto entendí lo que significa honor, sin necesidad de ir a la guerra; qué es dignidad y que prestigio no es tener un puesto cercano a donde está el rey, que tanto orgullo puede tener un bombero que salva una vida, como un músico que es fiel a la música que ejecuta.

Entendí de un solo golpe a Richard Sennett y lo que quiere él decir cuando habla de respeto.

Todo eso gracias a haber vivido, aunque poco tiempo, en la bella Cuba. Que se respeta, porque conjuga todo lo que aquí les cuento y que me embargó cuando escuché esas 25 versiones de El Manicero.

Un trozo musical que ha sobrevivido y mejorado a lo largo de casi un siglo.

¿Será que alguien recordará a George W. Bush dentro de cien años?

¿Y qué será lo que recuerde?

domingo, noviembre 27, 2005

Las hierbas que el desechaba

Cuentan que estaba un sabio... hace muchos años, en un país lejano, caminando por una senda y lamentándose por la que él creía infinita pobreza.

Mientras caminaba y se lamentaba, el sabio recogía hierbas silvestres, con las que se alimentaba.

En cierto momento, entre lamento y lamento, el sabio volteó la cabeza y vio que, detrás de él, otro sabio iba, recogiendo las hierbas que él desechaba.


En los barrios latinos, densamente poblados, alrededor de Washington, es posible encontrar a menudo, al lado de los enormes depósitos para basura del vecindario, colchones en muy buen estado, sillas envejecidas pero aún útiles, armarios e inclusive televisores que pueden funcionar en forma precaria.

Los "gringos" suelen armar con esos cachivaches "yard sales", ventas de patio que son pintoresca mezcolanza de verdaderas antigüedades, fruslerías, trastos inservibles y chuchearías de toda índole. Las venden por centavitos, pero las venden.

Lo que sucede es que el espacio para vivienda es siempre escaso para abarcar lo que el consumismo gringo adquiere desaforadamente. Entonces, hay que botar.

Centenares de familias inmigrantes, asiáticas y especialmente latinas, compran esos objetos, o los recogen en los basureros, para utilizarlos provisionalmente, mientras se establecen, ganan dólares y pueden, a su vez, sumarse al ejercito consumista.

En casa tenemos un sillón reclinable que recogimos en el basurero de la vecindad.
Por un cierto resto de conciencia, quienes lo desecharon no lo pusieron dentro, sino al lado de contenedor para basura. Lo vi...y me gustó.

Ahora es, quizás, el mueble que más quiero en casa. Me he encariñado con él.
¡Sirvió tanto, cuando en el apartamento teníamos solamente ese sillón, una pequeña mesa y cuatro sillas!

Quizás no nos deshagamos nunca de el. Aunque mi familia ya lo ha reemplazado con muebles nuevos que finalmente pudimos comprar, con lo que quedó después de los gastos en documentos, transporte, alimentación y tantos otros que nos acosan. Sobre todo los impuestos.

En los apartamentos de reciente construcción, aquí, en Falls Church, Virginia, no existe depósito y ni siquiera garaje. Por eso el sillón tendrá que permanecer con nosotros, para mi agrado.

Porque volverlo a llevar al basurero no. Sería demasiado cruel, hasta para un mueble. Nos desharemos de otras cosas, que seguramente les servirán un poco más a los que vienen detrás de nosotros.

El sillón no. Porque es un símbolo.

Soy indio, soy de aquí

Por necesidad, no por gusto, estuve leyendo a Samuel Huntington, tanto en Choque de Civilizaciones como en ¿Quiénes somos?.

En vez de largos y densos comentarios creo que encaja a la perfección esta pequeña crónica de cuando viví alla:

Crónicas desde el imperio

En MCI, compañía telefónica de larga distancia, trabajamos gente de todos los orígenes: africanos, chinos, coreanos, latinos de toda latitud, árabes, todos vendiendo los servicios de la empresa en inglés y en cada uno de nuestros lenguajes nacionales.

Es un pequeño mundo cosmopolita y en los recesos laborales no es raro preguntar o que le pregunten a uno:
- ¿De dónde eres tu?
En uno de esos descansos breves (break que les llaman) coincidimos con un joven que hizo la consabida pregunta.
- De Bolivia- fue mi respuesta, y vino la contrapregunta automática: ¿Y tu?
- De aquí. Soy americano.
Primero hagamos notar que el interlocutor tenia piel cobriza y parecía latinoamericano. No era el "típico gringo": alto, rubio, de ojos claros.

Quizás percibió mi desconcierto, porque, sin preguntárselo, continuó:
- Mi abuelo es indio... nativo. ¿Entiendes?
Claro que si. Imposible no entender el orgulloso énfasis con que lo dijo.

Es que es de aquí. Sus antepasados no vinieron en el Mayflower, no emigraron por ninguna de las guerras que a tanta gente expulsa de sus hogares. No vinieron a ganar unos dólares para mandarlos a la familia distante. Ellos estaban ya aquí cuando llegaron por primera vez los europeos.

Y al continuar la charla, el amigo -pues ya lo era- comentó que en su equipo de trabajo, de más o menos veinte personas, sólo dos, incluido él, son "americanos".

Ese orgullo hace falta en muchos de los millones de inmigrantes de México, de Centro y Suramérica. Nos sentimos extraños, ajenos, arrimados.

En realidad sus pueblos, nuestros pueblos, los quechuas, aymaras, mayas, chibchas, aztecas, ya estaban aquí cuando los primeros europeos llegaron.

Somos más "de aquí" que ellos, los que vinieron de Europa y creyeron al principio que esto era la India y por eso acabamos siendo "indios".

Esa enajenación es contagiosa. Es tan fuerte la soberbia de los europeos dominantes, es decir, de los de origen anglosajón, que a muchos nos hacen sentir extraños en nuestra propia tierra, en nuestro continente.

Por eso fue agradable ese encuentro, en un breve receso de trabajo. Y esas seis palabras serán inolvidables:
- Yo soy de aquí. Soy indio.

viernes, noviembre 11, 2005

Una primera prueba

Pasado el asombro explicable por la tecnología en una persona de mi edad, voy al primer paso: escribir en este blog por lo menos una vez a la semana.

Escribir es lo que dicen que mejor he hecho en mi vida, luego debería resultarme fácil, pero no. Estoy nervioso, porque no es lo mismo hacerlo en un correo (así sea electrónico) que de alguna manera tendrá sólo un receptor, que en un blog abierto.

Pido tolerancia, pues, y hasta la próxima semana.

¿Por qué Polilla?

Porque fue el primer apodo o sobrenombre en mi vida como periodista.

Tenía yo 26 años, era redactor de temas políticos en EL DIARIO de La Paz, Bolivia y, según mi jefe de informaciones, Oscar Peña Franco, yo aparecía sólo de noche y si me estrujaban no soltaba ni una gota de sangre.

Con ese apodo me conoció el gremio y con el me encariñe.

Al pasar los años, la vida nocturna cambió y la preocupación actual no es estar sin sangre, sino -al contrario- tratar de no aumentar de peso. Hoy, entonces, quien me conoce no me asocia con ese insecto.

Pero las polillas siguen buscando la luz.

Buscando es un decir. En realidad la luz las atrae por razones biológicas que no vienen al caso.

Polilla y luz, en todo caso, con palabras asociadas.

Luz, a su vez, se liga con conocimiento.

Dudo que Goethe, cuando al expirar gritó: "¡¡más luz!!" estuviera pidiendo que alguien encienda una vela.

Esa "luz" que pedía Goethe es la que nos atrae a algunas polillas.